Son el complemento perfecto a nuestra dieta. Ricos y con grandes propiedades, las conservas del mar se consumen a modo de tapa, con ensaladas, arroz… permiten muchas variedades, aunque su consumo debe ser moderado.
A diferencia de lo que se suele pensar, las conservas de pescado contienen las vitaminas y minerales del pescado fresco. Algunos tipos de conservas ofrecen los beneficios del ácido oleico procedente del aceite que se utiliza como cobertura en las conservas, que junto al omega 3, son beneficiosos para reducir el colesterol y frente a las enfermedades de tipo cardiovascular.
Además de estos nutrientes, ciertas conservas se comen en su totalidad, como las espinas, donde se encuentra una gran cantidad de calcio y hierro. Las conservas en aceite vegetal o de girasol son también ricas en grasa omega 6, que ayudan a controlar el sistema inmunológico. Un claro ejemplo son las sardinas, ideales para los niños en crecimiento, pues una lata de sardinas en aceite de 100 gramos aporta en torno a los 300 miligramos de calcio, lo que equivale un vaso de leche entera.
Otras ventajas
Además de sus ricas propiedades, otras de las ventajas que presentan las conservas son su facilidad de uso, pues es abrir la lata y listo sin necesidad de ponernos a cocinar. Son rápidas de comer, cómodas, económicas y se introducen en distintos platos. Se pueden mezclar con infinidad de alimentos.
La sal
Es quizás uno de los puntos en los que hay que tener especial cuidado. Las conservas suelen contener un alto contenido en sal que se utiliza como aditivo conservante, por lo que se moderará su consumo, especialmente para personas que tengan hipertensión y otras enfermedades relacionadas con este consumo.
Las más saludables
Ciertas conservas como la caballa, las sardinas o la melva son realmente más buenas al ser de pequeño tamaño y están dentro de la categoría de pescado azul. También son preferibles aquellas conservas con bajo contenido en sal, pues permite reducir hasta el 65% su contenido si se compara con una conserva normal.