Revista Cocina

O´Grove = marisco

Por Amoras
De nuestra última visita a Galicia, nos faltaba por mencionar la mariscada con la que nos homenajeamos en O´Grove. Hablar de O´Grove es hablar de marisco en estado puro. Su geografía, una península unida a tierra por un estrechísimo paso en plenas Rías Baixas, hace que la villa viva del mar y sus frutos. Además, también se puede visitar la Isla de La Toja (pese a ser una isla tiene acceso por carretera), famosa por sus aguas termales y por supuesto, por su fábrica de jabones.
Al llegar al pueblo, en la zona del puerto, los locales ofreciendo mariscada surgen por doquier, con los "bichitos" vivos a la entrada, dando la bienvenida a quien quiera adentrarse. Podríamos haber elegido cualquiera, pero elegimos al final la Marisquería Solaina, por haberlo leído en una guía.
No queríamos mariscada, ya que consideramos que habitualmente, tienen buen precio, pero tienen también mucho "relleno" y no nos apetecía. Teníamos claro que queríamos percebes y centollo. Ea! Así que allá que fuimos, a comernos un plato de percebes, que apenas llegaba a un puñado, a precio de ídem, pero riquísimos y recién cociditos
O´Grove = marisco
1,300 kg de centolla (habitualmente ofrecen centollas, pensábamos que era porque eran más ricas, pero en realidad parece ser que es por el tema de las huevas... en este caso, a mi parecer tenía excesivas. La próxima vez, elegiremos un macho)
O´Grove = marisco
y un par de vieiras al horno gratinadas, con un sofrito de cebolla muy rico, que nos sirvieron con mucho pan gallego para poder empapar bien en la salsa y mojar en el carro del centollo.
O´Grove = marisco
La verdad es que disfrutamos de lo lindo, por lo rico de lo comido y porque nuestro pequeño tuvo a bien hacer coincidir este ratito con su siesta (gracias Álex!). Como pega, pondría que el centollo no estaba recién cocido. En casi todos los sitios los vimos así, que ya los tienen precocidos, con lo ricos que están recién cociditos y templaditos...
Acompañamos la comida con una botella de agua y un par de copas de Ribeiro (que luego había que conducir hasta Pontevedra). Sin postre, nos salió por 100 €. Caro, pero teníamos claro que queríamos darnos un homenaje y nos mereció la pena.

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