Revista Cocina
¿¿¿ CÓMO ESTÁN USTEDESSS ???
Estoy desentrenada después de dos meses y pico sin escribir una entrada. No voy a decir que se me ha olvidado, porque es como montar en bici; pero siempre se tiene emoción y nervios por el reencuentro. Nos pondremos el delantal y disfrutaremos de una nueva temporada de recetas ricas, sabrosas y bien apetitosas; y por supuesto cuento contigo.
Espero de corazón que hayas pasado un buen Verano. Te diré que no me quejo para nada del mío, ha estado muy, pero que muy bien y ha sido bastante gratificante. Desconectar por un tiempo hasta de las cosas que nos gustan, es estupendo para despejarse mentalmente. Además, he hecho una gran nueva amistad, nos volvimos íntimas rapidamente. Se llama Tum-bo-na y ha sido mi compañera de siestas, lecturas y mira-estrellas nocturnas con mantita. Seguro que seguimos con tan buena relación aunque hayan terminado mis vacaciones, queda mucho tiempo por delante con buenas temperaturas y pienso alargar mi espíritu veraniego todo lo que pueda.
Estos días atrás, ni te imaginas las vueltas que ha dado mi cabeza. No tenía nada claro con qué receta hacer el retorno. Que si salado, que si dulce, que si un pescado, que si un marisquito, que si una riquísima verdura, que si una buena carne, que si una bebida fresquita . . . pues al final nada de lo que tenía previsto. Traigo una coquetona bandeja de panecillos, que como ya sabes, es lo que más disfruto haciendo en la cocina.
Empecé a prepararlos el año pasado. Durante unos días que estuve fuera de casa, mis fieras se comieron tooodo el pan que dejé horneado, y créeme que era bastante. Así que compraron unos paquetes de panecillos suecos y se convirtieron en el nuevo vicio familiar. En cuanto volví y tuve tiempo, metí las manos en harina para hacerlos caseros.
Reconozco que con las primeras hornadas, probé la resistencia de los empastes de toda la familia y casi me llevo por delante alguna muela ajena. Así que tras varias prueba-error-prueba-acierto ahora si que si, te traigo la receta mejorada, irresistible, fácil y riquísima; para que te queden tan estupendos como los que ves { y que viva mi abuela !! }
No te haces idea de todas las cosas tan apetitosas que hemos podido untar este Verano sobre ellos. Han estado presentes en todas las comidas tardías, en las cenas informales a deshoras; y los ricos y animados desayunos de los que llegaban de amanecida y coincidían con los que se acababan de levantar {pertenezco a los del segundo grupo}. Tengo que admitir, que si por mí fuera, podría comer así toda la vida . . . unta que te unta, y picoteando un poco de aquí y otro de allá. En un mundo ideal, debería ser así, la cruda realidad no entiende estas cosas.
425 grs Harina de trigo
180 grs Leche entera
1 Huevo
6 grs Levadura fresca de panadero
45 grs Aceite Oliva Virgen Extra
5 grs Azúcar
10 grs Sal Marina
- Pondremos todos los ingredientes en la cubeta de la panificadora.
- Seleccionamos el programa, sólo amasado que dura quince minutos.
- Después dejamos la masa descansar otros quince minutos y la volcamos sobre la mesa de trabajo.
- Separamos porciones de 25 grs.
- Con la mano ahuecada, le damos forma de bolas.
- Una vez todas formadas (entre 25-27 piezas) las hacemos rodar de alante hacia atrás, para darle forma de croqueta.
- Vamos dejando todos los panecillos en la bandeja del horno, con bastante separación entre ellos.
- Tienen que levar hasta que doblen volumen, con una hora fue suficiente. En invierno será algo más y si tu cocina es más calurosa que la mía, acortarás tiempo.
- Precalentamos el horno durante quince minutos a 250º.
- Introducimos los panes a media altura, durante diez minutos, y bajamos la temperatura a 210º.
- Esperamos a que estén fríos para cortarlos por la mitad.
- Volvemos a colocar los panes ya abiertos en la bandeja del horno y los hornearemos por segunda vez, durante quince minutos a 180º. Cuando los saques, déjalos sobre un paño de algodón o una rejilla.
- Tendrás que repetir la operación porque en una bandeja no te cabrán todos. Al haberlos partido por la mitad, hemos doblado la cantidad.
- Cuando los hayas tostado todos, apaga el horno, vuelve a colocarlos sobre la bandeja. Ya no hace falta que estén ordenados, vuélcalos sin importar que haya unos sobre otros.
- Déjalos dentro del horno hasta que esté frío, se terminará de tostar el interior de cada medio pan con el calor residual.
Qué ¿te animas?
- Al ser un pan seco, te aguantará bastantes días si los mantienes bien guardados. Los suelo conservar en bolsas de congelación con cierre zip. Cuando se acerca alguna fecha de celebración familiar, hago hornadas dos o tres días antes para tener suficiente cantidad.
- Es importante que estén fríos antes de cortarlos por la mitad, si lo haces antes, se quedarán hundidos por el lateral que empiezas a cortar y la miga aplastada. Merece la pena esa pequeña espera, te lo dice mariaimpaciente. - Es un pan crujiente, pero frágil al mismo tiempo. Si se te cae uno al suelo, se romperá. Cuando empecé a hacerlos le añadía agua, pero la dureza final tras tostarlos era increíble. Se me ocurrió cambiarla por leche, en cuanto leí la palabra Brioché en la bolsa de los originales, así conseguí que quedaran perfectos.
- Al sacarlos del horno por primera vez, te los podrías comer. No deja de ser un bollito de leche. Aunque su apariencia tras el primer horneado es la de un panecillo blanquecino, está bien hecho por dentro, que es lo importante. Y todavía le queda pasar de nuevo por el horno.- Por supuesto, te sirve tanto para dulce como para salado. En casa gustan mucho en el desayuno, así no tienen que perder el tiempo en hacer tostadas. La ley del mínimo esfuerzo, vaya.
- Los integrales en este caso quedan riquísimos también, ya te los enseñaré en una próxima entrada porque las cantidades cambian ligeramente. Son mis preferidos.
Eso es todo por hoy, nos vemos en unos días.Espero que seas feliz, o al menos, lo intentes.