Revista Cocina

Primer encargo de cupcakes o cómo filosofar sobre lo dulce

Por Biscayenne
Ayer entregué mi primer encargo de cupcakes (magdalenas, vamos...) y tengo las mejillas coloradas porque hace un rato me han llamado para decirme que les han chiflado y encantado. La oficina se ha convertido en un festival del azúcar y espero que hayan pasado una mañana más entretenida de lo habitual.
Hoy justo, El Comidista (aka Mikel Iturriaga) ha escrito un post sobre los cupcakes, acerca de esta moda importada de yuesei, la ñoñería imperante en sus diseños, y cómo romper el molde.
"El contenido físico y moral de los cupcakes comienza a empalagar. No son pocas las críticas que se pueden leer por la Red hacia el invento norteamericano: que si llevan demasiado azúcar, que si son unas bombas de grasa, que si las magdalenas de toda la vida son mejores...""Coincido más con los que denuncian los excesos estéticos a los que nos está llevando la espiral cupcakera, con decoraciones de un rococó subido que rebosan cursilería."
Los cupcakes (alias "bizcocho con forma de magdalena decorado con crema") no tienen por qué ser una bomba de grasa, ni son peores que las magdalenas. Tampoco tienen por qué ser una moda caduca, ni una ñoñada. Son bizcochos horneados en cápsulas de papel (originalmente dentro de tazas, de ahí el "cup"), de pequeño tamaño, y que pueden ser rellenados o cubiertos de varias cremas. Básicamente, son como una tarta de capas en formato bolsillo.

Primer encargo de cupcakes o cómo filosofar sobre lo dulce

Mi encargo: cupcakes de chocolate rellenos de toffee con ganaché de chocolate, y de bizcocho de lima con crema de queso de lima y coco.


Magdalenas, muffins, cupcakes? Hay gente muy sesuda y estricta que establece los límites entre cada una de estas cosas: método de elaboración, origen, bla blá.
En sustancia, los muffins tradicionales eran muy densos, pudiendo ser salados o dulces y llevando frutas y harinas no refinadas de cereales. Hoy en día, un muffin de chocolate comprado en un starbucks o similar es una magdalena esponjosa de chocolate, sin más. Como no llevan decoración por arriba suelen ser redondeados en su parte superior.
Las magdalenas tradicionales españolas, por las que tanta gente se rasga las vestiduras pensando que los cupcakes las van a borrar de la faz de la tierra, son un bizcocho esponjoso, casi siempre elaborado con aceite de oliva o vegetal, y sin adornos. Recias y sencillas, son perfectas tal y como son. Alguna vez suelen pecar de secas, pero eso se arregla untándolas hasta los nudillos en el cola cao. Una magdalena española con denominación de origen también puede ser un cupcake. Horror y pavor! Pues sí, sólo hay que darle el toque cupcakero, o sea, el frosting o la-cosa-de-arriba. Aunque hay que tener en cuanta que la crema no es un mero adorno, tiene que ser el complemento justo al sabor del bizcocho, que debe ser húmedo y de muy buena calidad.
Qué ha hecho tan populares a los cupcakes entonces? Pues que son bonitos, novedosos, y todo lo que es nuevo y de fuera nos parece lo más en su momento: comer perritos calientes, tomar el café por la calle, el microondas, las faldas plisadas o la penicilina. Con el tiempo, todas esos inventos importados desaparecen o se asientan, dependiendo del éxito que tengan y de su adaptación a nuestras necesidades.
Tienen los cupcakes posibilidades de sobrevivir a la fiebre de "lo mono"? A Sexo en Nueva York? Mis catadores de hoy dicen que sí.
Primer encargo de cupcakes o cómo filosofar sobre lo dulce
Modas y tendencias aparte, cuando cocinamos, lo tenemos que hacer bien. Después del encendido debate sobre el fondant, sólo faltaba discutir sobre los cupcakes!!
Yo también pienso que el asunto de la decoración de los cúpaqueis (como los llama Mario Vaquerizo) se está yendo un poco de las manos: algunos son cursis, otros son excesivos, unos son preciosos y otros espantosos... Como en el caso del fondant, los hacedores de cupcakes nos ponemos retos y pensamos en rizos y volteretas de boquilla, flores por aquí, animalitos por allá.
Para gustos hay colores. Y para cada ocasión hay un estilo. Un cumpleaños infantil o una despedida de soltero no son lo mismo que una cena elegante o un picnic en el parque. Si tu objetivo es que te salga un cupcake perfecto, que la flor de arriba parezca natural, etc, y te sale, genial! Nadie debería decir que ese trabajo es una estupidez.
Pero yo ya os he contado en otras ocasiones que cocino para comer, y como para disfrutar, con unas expectativas cada vez más altas. Así que por ahora, he decidido centrarme más en el contenido que en el aspecto: conseguir la receta perfecta, la combinación justa, el sabor chiripitifláutico. Y todo ello desde el trabajo y la dedicación artesana, usando ingredientes naturales y procesos sencillos.
Los hermanos Mast, chocolateros y barbudos de profesión, decían en el vídeo del otro día que ellos han elegido la elaboración artesanal de chocolate porque aman todo lo hecho a mano, todo aquello en lo que se nota el toque imperfecto del autor: los libros antiguos, los barcos de madera, los mapas...
Esa filosofía es lo que yo soy. No quiero hacer postres niquelados, de portada de revista; quiero que sepan bien, que se note que se han hecho en una cocina a mano, de una manera "antigua" que en los tiempos que corren vuelve a ser nueva.
Primer encargo de cupcakes o cómo filosofar sobre lo dulce
Estas son mis prioridades dulcineras a día de hoy, toda una aventura. En los próximos días, la receta de estos cupcakes de chocolate y toffee, y lima y coco en vuestras pantallas.
Gracias mil a los que han disfrutado con el encargo: Itziar, Guillermo, todos los pobladores de la oficina y sobre todo a Dori! muchos besos

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