Revista Cocina
La isla de Tabarca es un pequeño paraíso en la costa alicantina y uno de mis destinos preferidos cuando llega el buen tiempo y sus calles son aún tranquilas. Una de las cosas que más me gustan de Tabarca es que al final de sus calles siempre ves el mar, que su gente es encantadora y mires donde mires, todo es bonito y tiene ese encanto marinero del que tanto disfruto. Así que prepara la toalla y ponte el sombrero que nos vamos de excursión.
Como llegar:
Hay diferentes sitios desde donde puedes tomar un pequeño barco, Benidorm, Santa Pola o el mismo Aliante, yo siempre se he salido desde Santa Pola. Lo mejor es sacar el billete con antelación desde el sitio que mejor te venga y así no tener que realizar muchas colas, por lo general salen barcos cada media hora en temporada alta, con lo que no has de preocuparte si no llegas a tiempo a una hora en concreto.
El viaje dura a penas media hora, y no se hace nada pesado, ya que las vistas son bonitas, aún así puedes elegir uno de los barcos rápidos. Una de las cosas que más llama la atención cuando vas llegando a las costas de Tabarca es su muralla y la monumental iglesia de San Pedro y San Pablo, aunque nunca la he llegado a ver abierta, merece la pena acercarse hasta su plaza y ver las vistas del mar desde ahí.
Una vez en la isla, nos encontramos con un encantador pueblecito marinero, con casas antiguas reformadas y con ese aire un poco decadente que poseen los sitios de costa del sur. En la isla de Tabarca parece que siempre están en fiestas y pasear por sus calles siempre es de lo mas agradable, todas ellas terminan en el mar, y resultan preciosas a atardecer.
A la hora de bañarte puedes elegir (si vas en temporada baja) entre playa o calas, todas con unas aguas increíblemente limpias y bonitas. Si decides por el contrario dar un paseo y aunque la isla parezca pequeña, tienes varias paradas que hacer. Por el pueblo, y dentro de la muralla, encuentras la iglesia antes mencionada, así como alguna de las puertas de la muralla que dan al mar y una plaza central donde podrás ver la impresionante casa del Gobernador, comprar algún souvenir o tomar un aperitivo.
Saliendo de sus murallas encontramos una pequeña zona de campo con algunos caminos que terminan en calas y donde podemos visitar la Torre de San José, el Faro o el pequeño cementerio de la isla.
Qué comer:
A la hora de comer, podemos elegir entre llevar nuestra propia comida y hacer un pequeño picnic o ir a alguno de los restaurantes locales y probar el tradicional Caldero de Tabarca (al comprar el billete de barco, algunas agencias incluyen en el precio la comida en alguno de los restaurantes) Cualquiera de las dos opciones es estupenda, aunque he de reconocer que el Caldero es una autentica delicia.
Una de las cosas más bonitas es ver atardecer en la isla, pero si has decidido ir a pasar sólo el día, es algo de lo que no podrás disfrutar mucho, ya que los barcos de vuelta no salen muy tarde, aún así, la experiencia es preciosa.
He ido varias veces a Tabarca, en temporada baja y alta, sin duda, el mes de agosto es cuando más gente vas a encontrar, aún así es preciosa y mantiene su encanto. Por algo la gran Sara Montiel la eligió como uno de sus paraísos para descansar y desconectar. Me queda pendiente pasar una noche en la isla y disfrutar de sus encantos nocturnos, de su tranquilidad y belleza, espero no tardar en hacerlo.