Revista Cocina

El enoturismo según Bodegas Torres

Por Orlando

Sin duda Cataluña y sus distintas DOs es, junto con la Rioja y la Ribera del Duero, uno de los motores del enoturismo de nuestro país. De hecho, un porcentaje muy elevado de las visitas que se realizan utilizando nuestros enopacks y bonos se consumen en Cataluña y más concretamente en el Penedès.

Hace poco tuvimos la oportunidad de visitar la que es, sin duda alguna, una de las bodegas más emblemáticas de la DO, la que Bodegas Torres tiene en Finca el Maset, en Pacs del Penedès. Torres no sólo es un referente a nivel mundial de elaboración y venta de vino, con bodegas repartidas por medio mundo, sino que también lo es si de lo que hablamos es de turismo de vino. Aprovechando un viaje de negocios (que en nuestro caso, siempre van de la mano con el ocio), decidimos planificar la visita a la bodega.

Lo primero que nos sorprendió, muy gratamente, es lo bien organizado que tienen el espacio dedicado al enoturismo en su página web. Bajo el nombre de “Experiencias Torres”, dentro de su archiconocida marca Club Bodega Torres, puedes reservar, directamente en la web, todo un abanico de propuestas sea cual sea tu nivel de conocimiento del mundo del vino, tu presupuesto y tus gustos más personales. Un total de 25 experiencias bien diseñadas y bien explicadas. Como debe ser.

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Sabíamos que después de un viernes frenético, el sábado iba a ser difícil disponer de mucho tiempo si queríamos volver a comer a Valencia, por lo decidimos reservar la visita a pie (“Walking Tour” en la web) para las 10:30h. Con la reserva confirmada, dejamos pasar la semana y el sábado, bien temprano, coche para Barcelona. Los negocios, bien gracias, y el ocio, mejor. En menos de una hora, nos plantamos en la bodega por la AP-7. También puedes ir por la C-32, aunque con ambas rutas sufres los peajes, así que fuimos por la ruta más “conocida”.

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El “tour” está muy bien organizado, con explicación de la historia y la actualidad del grupo Torres en el centro de visitantes, un paseo a pie por los viñedos y la visita a la bodega de elaboración, donde rematas con una cata de Fransola y Mas la Plana (a mi, personalmente, este Cabernet me encanta). La vuelta, en el tren eléctrico, al centro de visitantes y a la tienda, se agradece, aunque sople un vientecillo que corta las ideas. Después de una vuelta por el museo y con una cajas debajo del brazo, de vuelta al coche, que en menos de tres horas teníamos que estar comiendo en el Saler.

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En resumen, la visita a la bodega merece la pena y te deja un sabor de boca muy agradable, que no hace más que alimentar nuestras ganas de repetir alguna experiencia más completa (los aperitivos tienen muy buena pinta) y cómo no, la visita a la Bodega de Brandi que el grupo tiene en la Masia Mas Rabell.

Si queremos disfrutar del enoturismo en el Penedès, Bodegas Torres es un inmejorable punto de partida.


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