Revista Cocina
¡¡ Vamos, date prisa que se nos hace muy tarde…!!
Aún no han pasado diez minutos desde que cambié mis zapatos de tacón por mis cómodas zapatillas de deporte y ya estoy escuchando el rumor del mar.
En la quietud de la noche, caminamos en silencio, con paso rápido bajo el amparo de la tenue luz de las luces de las farolas reflejándose sobre el brillante suelo mojado por la humedad, la caída de la “rocía” nos va marcando el camino.
Aspiramos el olor a salitre y con cada paso nos golpea la cara el frio viento; el aire nos trae el perfume de la brisa del mar; ése mar siempre con el mismo sonido, deliciosa y armoniosa música del romper de las olas, que acompasadas van y vienen, arrastrando el agua pausadamente la fría arena y los chinorros del rebalaje.
Momentos de evasión, lejos del mundanal ruido, vamos a paso ligero acompañados por la luna que se refleja en la oscuridad de la mar regalándole destellos de plata; pintada la noche con un cielo estrellado, mientras las pocas luces de las ventanas de los edificios y sus reflejos son de un oro rojo y un verde broncíneo le dan toques de color.
Diez, quince, treinta, cuarenta y cinco minutos durante los cuales las viejas palmeras son fieles testigos de nuestros pasos, pasos firmes y rápidos, la mirada en el horizonte, sólo de vez en cuando nos cruzamos con alguna que otra persona, nos miramos, nos reconocemos de casi cada día, nos sonreímos, pero seguimos rápidos a ése indefinido destino.
Una vez más, como cada noche caminamos cerca del mar, más cerca de las estrellas, de la luna….y del cielo.
Pués sí….desde hace ya algunos años, tenemos casi por norma, por gusto, por cuidarnos y desintoxicarnos el pasear unos cinco kilómetros en cuarenta minutos. Y es que no hay más remedio que hacer algún tipo de actividad deportiva, sea cual sea….sobre todo si durante el día disfrutamos de éste otro deporte: degustar pasteles y dulces, algo propio de éstos días en los que se apetece con el café, con el desayuno o con la merienda un trocito…..¿No creen?
En ésta ocasión, he preparado éste deliciosa pieza de bollería del genial Ibán Yarza, del libro “Pan casero” (Larouse), con algunos pequeños cambios en cuanto a ingredientes (puse mi granito de arena).
He de reconocer una vez más, que me cuesta muchísimo hacer pan y pastelería; se me “junta” el hambre con las ganas de comer como vulgarmente se suele decir, bien por mi inexperiencia, falta de tiempo y ésa impaciencia innata en mi. Pero lo intento y he aquí el resultado:
¿Cómo lo hice?
Ingredientes para la masa: 250 grs. de harina de fuerza, 80 grs. de leche entera, un huevo mediano, 15 grs. de miel, 10 grs. de azúcar, 25 grs. de mantequilla, una cucharadita pequeña de sal, 12 grs.de levadura seca y 15 grs. de nueces molidas finamente.
Para el relleno: 100 frs.de frutos secos variados (nueces, pipas de girasol y avellanas), dos cucharadas soperas de mermelada de higos, quince uvas pasas, 40 grs.de mantequilla y 30 grs. de miel.
Para la glasa: 100 grs. de azúcar, 50 grs.de agua, una cucharada sopera de zumo de limón.
Los pasos a seguir:
Moler los frutos secos en un mortero y reservar.
Mezclar en un cuenco todos los ingredientes de la masa. Quedará un poco pegajosa y dejar reposar unos diez minutos.Pasado éste tiempo trabajarla sobre la mesa, doblándola sobre sí misma, haciéndola rodar durante unos ocho minutos más o menos hasta conseguir una masa homogénea y lisa.
Dejar que fermente, tapada con un paño en un lugar cerrado, durante una hora.
Pasado éste tiempo, sacarla y colocarla sobre la mesa y con las yemas de los dedos ir aplanándola dándole la forma de un rectángulo, aplanándola con un rodillo de cocina (para que no se pegue untarlo con harina, al igual que la base de la mesa donde se vaya a trabajar la masa) hasta obtener un rectángulo más largo que ancho.
Mezclar los ingredientes del relleno de forma que quede como si fuese una pasta homogénea.
Distribuirlo por encima de la masa de forma uniforme.
Enrollarla como un brazo de gitano por el lado más largo.
Cuanto esté totalmente enrollado, cortarlo a lo largo, en dos mitades con la ayuda de un cuchillo (usar uno tipo sierra, al hacerlo se verán las capas que se habían enrollado).
“Trenzar” las dos mitades, uniendo cada extremo apretándolos bien hasta que las dos puntas estén unidas.
Tapar con un paño y dejar fermentar (Ibán Yarza indica de hora y media a tres horas e indica, que si es preciso dejarla aún más tiempo). La dejé fermentar unas tres horas.
Pasado ése tiempo la masa habrá crecido y se ha vuelto esponjosa.
Meterla en el horno, previamente calentado a 210º C y dejarla cocer durante unos 25 minutos (la puse calor arriba y abajo).
Mientras hornea, preparar la glasa; para ello, en una cacerolita disolver el azúcar en el agua junto con el limón y dejarlo hervir uno dos o tres minutos hasta que empiece a espesar.
Sacar la trenza del horno pincelarla generosamente con el almibar (para conseguir el brillo deseado, la glasa tiene que estar caliente cuando se aplique).
Dejar enfriar si pueden esperar antes de probar un buen trozo…..
Nota.- Al tener una miga y un relleno tan jugoso, es una pieza de bollería que puede aguantar varios días y que sí se desea comer caliente (es como gusta en casa), se puede meter un minuto en el microondas.
Disfruten de un buen trozo de bollería, sano, natural y casero....y si pueden, paseen junto al mar; siempre la mar.