Son las 7:45 del día dos de Mayo. Mientras mis hijit@s duermen, mi marido me da un beso en la puerta del ascensor, que se cierra ante mi, me miro en el espejo mientras bajo hasta el portal, y veo que tengo unas ojeras descomunales por no haber pegado ojo en toda la noche. Tengo que estar a las 8 en punto en el hospital así que me lo tomo con calma porque vivo a menos de cinco minutos. Voy contando los adoquines mientras mi estomago no para de recordarme que no como nada desde las diez de la noche del día anterior, y pienso que, probablemente, no probaré bocado hasta las diez de esta noche, lo que produce que la sensación de hambre sea todavía mayor. Una vez instalada en mi habitación no paran de venir enfermeras, o auxiliares o lo que fuesen, primero a sacarme sangre, luego a coger muestras para análisis, luego a ponerme una pulserita con mi nombre, hasta que por fin me dejaron en paz . . . La espera se hizo agónica y, a medida que se acercaba la hora, las piernas me temblaban mas . . . Me dieron una pastilla que mandó el anestesista para que me fuera tranquilizando, se debieron de equivocar y darme la dosis para niños, porque yo seguía igual de atacada. Hasta que por fin me vinieron a buscar. Me pusieron un horrible gorro verde en la cabeza (a juego con el glamuroso pijama que me dieron) y ala, a recorrer medio hospital . . . Fue entonces cuando me empezaron a venir a la mente esas noticias que se oyen del tipo de "Se fue a quitar el bazo y le pusieron una teta" o "Le tenían que amputar el dedo meñique y le cortaron una oreja", y busqué con la mirada si las enfermeras, auxiliares o lo que fuesen, que me llevaban, tenían en sus bolsillos algún rotulador para pintarme una flecha en mi barriga y escribir "Es aquí donde tenéis que operar, mis amígdalas están bien", pero no fue posible . . . Entramos en el quirófano y un hombre bastante atractivo ("Mira que mono" pensé) me dijo: "Hola Teresa (un detallazo lo saberse el nombre), ahora vas a dormir un poquito" . . ."si, si, fijo, con lo histérica que estoy me voy a quedar dormida, ni de coña" . . . Tardé cinco segundos en quedarme sin batería, en los que me dio tiempo a pensar: "Vale, ahora es cuando si me encuentro en un túnel con una luz al fondo tengo que empezar a correr sin parar hacia el lado contrario". . . Cuando abrí los ojos volví a ver a ese hombre diciéndome: "Teresa, ya está, ya hemos acabado", dándome palmaditas en la cara y yo pensando:"Vale muy bien pero deja de darme palmaditas" . . . Me llevaron a la sala de reanimación un momentito, bueno, para mi un momentito, para los que estaban fuera esperando fueron cuatro horas las que estuve allí dentro, pero yo no soy consciente de haber estado tanto tiempo . . . Y al día siguiente me dieron puerta y para casa, que con la familia llena de funcionarios pidiendo días por mi operación, la administración no quería gastarse ni un euro mas en mi . . . Esta ha sido mi experiencia con el quirófano que espero no volver a repetir en mucho tiempo, y para celebrar que todo ha salido bien os traigo todo un clásico. Como comprendereis estos días no estoy para encender la cocina que aún me tiran un poco los puntos, así que os dejo un riquisimo flan que hizo el otro día mi amiga María José.
Flan de huevo
Ingredientes:
- 1/2 docena de huevos
- 1 litro de leche
- Dos cucharadas de azúcar por cada huevo
- Caramelo
flan