Revista Cocina
Los helados, como tantas otras cosas, que ya han sido objeto de comentario en el blog, también han sufrido grandes cambios, y no me refiero sólo al modo de elaborarlos, sino al modo de presentarlos, ofrecerlos, e incluso consumirlos. Desde el heladero que fabricaba y paseaba con el tan celebrado: carrito de los helados, hasta las tiendas dedicadas en exclusiva a la venta de los mismos, ha llovido mucho. ¿ Es mejor ahora, era mejor antes?, insisto, no quiero entrar en la calidad de los mismos, pues ayer había, y hoy existen buenos fabricantes y menos buenos, me refiero a la puesta en escena de la venta del helado y su consumo.Desde los cucuruchos servidos con espátula, o de bola, hasta los servidos con el encantador artilugio de forma rectangular; en el que se introducía una galleta de barquillo, se llenaba con la espátula de helado del gusto solicitado, se tapaba con otra galleta de barquillo, y tras el accionamiento de botón, aparecía en fantástico placer, que siendo niños nos hacia tocar el cielo con la mano. Hasta los helados empaquetados de hoy, en sus múltiples modos y formas (bombón, terrinas, con formas y dibujos diversos....), yo me quedo con el placer de disfrutar un auténtico helado al corte.Tengo un muy grato recuerdo de la comida de los domingos, en la casa paterna, cuando después de la consabida paella, se tomaba de postre una barra de helado, normalmente de tres gustos (vainilla, nata y chocolate), que mi padre cortaba y colocaba entre las galletas, empezando por los más pequeños y terminando por él, que siempre se lo ponía doble. Lo que provocaba nuestra unánime protesta, y a la que nuestro padre siempre respondía con aquello de: cuándo seáis padre comeréis huevos, y al que probablemente sin entender en absoluto el comentario, respondíamos con la misma unanimidad: "ya, que cara".Para mí tienen algo especial, distinto, la proporción adecuada entre la cantidad de helado y la galleta de barquillo, puede ser al gusto del consumidor, o como en el caso que he relatado, del repartidor, sólo depende que se corte más o menos grande. He tomado, como supongo lo ha hecho la mayoría de los mortales, helados de corte en plato sin galleta de barquillo, pero para mí no es igual, pierde magia, encanto.... El helado al corte es como debe de ser, y cualquier otra propuesta, lo desvirtúa. Soy consciente, que hoy es difícil de encontrar para poder tomarlo en la heladería, prácticamente imposible, pero sí se consigue para tomar en casa. Yo al menos lo encuentro sin dificultades en Mercadona, así como la galleta, por cierto de un barquillo, a mi juicio de muy buena calidad.Por todo ello, lo reivindico como un auténtico y excelso placer, que sólo comparo, aunque con gran diferencia, con unas cajitas de bombones cuadrados de vainilla y baño de chocolate, que fabricaba Ilsa-Frigo, y que difícilmente sé situar en el tiempo, los que están en la cincuentena, seguro que los recuerdan. En resumen, para mí, sin ningún genero de dudas, el helado al corte.