Revista Cocina

El regalo

Por Gastrotava

Alguna vez he recibido mensajes o correos electrónicos, o he visto en facebook algo que dicen que los chinos llaman “El saco del oro” o algo así. Es cuando coinciden en un mes 5 fines de semana enteros lo que en hostelería es cojonudo ya que en los fines de semana se concentra el grueso de nuestra actividad y, por tanto, de nuestros ingresos. Luego hay otras etapas en las que, no sé muy bien cómo ni por qué pasa, los hosteleros tenemos mucha carga de trabajo, sobretodo organizativa, líos con proveedores, impuestos, burocracia, fiestas de por medio que obligan a modificar horarios, etc… que requieren muchísimo tiempo, esfuerzo y dedicación y que finalmente no reportan el beneficio que se supone que debería acompañar a una carga de trabajo tan brutal. Yo he tenido a bien llamar a este fenómeno “El saco de estiércol”. El caso es que no he tenido tiempo de escribir.

Sin embargo desde que escribí mi último post hasta hoy, sólo en la plaza del V Centenario han abierto 4 locales nuevos y hay otros tantos en ciernes en la Villa de La Orotava y esto, cuando menos, es emocionante.
Hacía mucho tiempo que La Orotava, aunque aun en un estado muy embrionario, creo, no era el hervidero de gente, oferta de ocio, gastronomía y cultura en el que poco a poco se está convirtiendo.
Después de muchos años siendo un importante bastión de la defensa patrimonial de la fachada, una práctica de protección basada en la máxima “ver y no tocar”, y ser un pueblo pasarela de turistas, parece que cambia la corriente y ahora se empieza a reconducir el desarrollo local en el sentido de la gente del pueblo, como la romería, la cabalgata y últimamente el entierro de la sardina: bajando la calle de La Carrera y no subiéndola a rebufo de un señor con un megáfono y un paraguas abierto en pleno día de calima.

Esto está pasando hoy, ahora, no es La Orotava que nos cuentan los nostálgicos que bajaban desde La Magnolia al Barbitúrico pasando por La Talla, La Añepa…. (puede haber desfase cronológico porque hablo de oídas), que a los que nos movemos en este oficio nos despierta ese sentimiento argentino que tan bien describió Sabina de añorar aquello que nunca jamás sucedió o en nuestro caso, por juventud, nunca vivimos.

Cierto es que probablemente se viciaran los ambientes, que degeneraran, que se rompiera la armonía entre la Santísima Trinidad que deben formar CLIENTES, NEGOCIOS y VECINOS, y que tampoco hubiera una apuesta clara por este concepto por parte de la administración a la que ahora le ha venido esto caído del cielo.
No es cierto que el ayuntamiento tenga un plan de regeneración de la actividad gastronómica y de ocio, si bien es cierto que ha habido buena voluntad, o pocas pegas al menos, por parte de políticos y técnicos para facilitar la creación de nuevas empresas y apertura de locales; pero es a la iniciativa privada a la que debemos este resurgir de la actividad y a este punto quería traer mi relato.

La Orotava era el sitio idóneo para crear, salvando fronteras, singularidades, idiosincrasias…, algo parecido a La Latina en Madrid, al Borne barcelonés…

Hace algunas semanas me decía un cliente durante uno de los conciertos que organizamos en La Tasca del Bulli-cio que la gente tenía que entender que esto que estábamos haciendo es un regalo y me lo agradecía emocionado.
Nunca lo había visto así pero siempre pensé, mucho antes de dedicarme a esto por cuenta propia, aunque sí teniéndolo en mi herencia genética supongo, que La Orotava era el sitio idóneo para crear, salvando fronteras, singularidades, idiosincrasias…, algo parecido a La Latina en Madrid, al Borne barcelonés, algo así como la ruta del tapeo en Granada o el maravilloso rescate de Vegueta para el gastro-ocio en Las Palmas o el auge de La Laguna que ha atropellado a Santa Cruz en cuanto a capitalidad gastronómica. Y echando un vistazo rápido a la Villa en las últimas fechas, a los conciertos que ofrece el Vinculo, El Ayanto, Quilombo, Matul, Room Club, La Añepa o nosotros mismos, los monólogos de La Sensación, presentaciones de vinos y maridajes en otros tantos locales, exposiciones, festivales y eventos en Doña Chana, el rejuvenecido Liceo Taoro, Lercaro… o la unión de diferentes locales para organizar actos conjuntos… sinceramente creo que estamos en el camino. La posibilidad que tiene el cliente desde el jueves hasta el domingo de disfrutar gratuitamente de un acto cultural diario y con periodicidad semanal, no crean que está al alcance de todos los municipios de las islas ni aún de las comunidades más activas culturalmente en España, ni en Europa y en este pequeño valle de la ultraperiferia europea lo tenemos al alcance con tan sólo salir de casa.

Y naturalmente que uno organiza estas cosas con fines comerciales, claro que sí, somos empresas. Pero créanme que la rentabilidad de estos actos, al menos en términos absolutos y a corto plazo, es tan cuestionable que cada vez más creo que efectivamente esto que tenemos entre las manos en La Orotava es un regalo.

Porque los regalos no tienen por qué tener contrapartida y cuando los empresarios organizamos estas cosas lo hacemos sin saber si vendrá gente o no, o si consumirán como para amortizar la inversión que supone o no, o si le gustará al que lo recibe o no. Y lo hacemos con las mejores intenciones y con todo el cariño y, últimamente además, con la sinergia de creer que realmente vale la pena hacer de La Orotava un pueblo atractivo, vivible y yo inventaría “disfrutable” y de referencia gastronómica y de un ocio, maduro, sano, elegante y de calidad.

Es realmente emocionante para nosotros estar sumando a esta causa y creo que vale la pena cuidarla, hacerla crecer, y no oponerse sino intentar hacer una labor integradora que identifique los fallos, los diagnostique y los resuelva para seguir avanzando entre todos: La Santísima Trinidad, “CLIENTES, NEGOCIOS, VECINOS” y sumando una administración que crea en esto también como una fuente directa de riqueza, de trabajo y de bienestar. Porque estos objetivos a priori tan ambiciosos sólo se consiguen desde abajo, desde la calle, desde el pueblo.

Cuando me dicen que La Orotava, con este auge comercial está de moda, siempre contesto que espero que no, porque las modas pasan y nosotros tenemos vocación de permanencia. Esto no es un capricho, es un trabajo y nos tiene que durar mientras tengamos que comer. Y francamente creo que tenemos la posibilidad de conseguir que la oferta se consolide y crezca porque en general, cuando hablamos entre los responsables de negocios de las diferentes zonas y actividades, no aparece la más mínima sospecha de que estemos creando algo pasajero, creo que la nueva Orotava ha venido para quedarse.
Ya hemos desempaquetado el regalo, ahora toca disfrutarlo.

Óscar Rocío – La Tasca del Bulli-cio


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