Revista Cocina

Un día de cata 'stress'

Por Mariano

Y no pongo el título por el ritmo de la cata, que fue más bien pausado, gracias al centollo, a los callos de la mamá de Rodri, al magnífico pollo de Ari, al delicioso "Pan de Anís" que nos trajo Carlos y a las seis o siete horas que le echamos; sino más bien por lo poco que puedo decir de cada cosa y que, como en otras ocasiones sin libreta, es más emotivo que técnico.
El lugar, Meaño, el día, un delicioso domingo soleado de febrero, y la compañía, mejor imposible. Los vinos, pues un poco de todo de entre lo que juntamos entre varios, y mucho peligro.
Cata stress
Empezamos con Coma Blanca 2005, Priorat en blanco a base de Garnacha Blanca y Viura con 12 meses de barrica. Lo abrimos algo necesitado de refresco, lo que unido a lo caluroso de la añada y al toque de madera hacían el trago algo pesado. Fue mejorando con la apertura y el bajón de temperatura, sacando pistacho, vainillas y alguna frutilla blanca. Interesante.

Seguimos con mi apuesta personal en tierra de conversos, el "vino blanco natural" de Samuel Cano, Patio Airen 2008, decantado y jarreado, a la vista, y a los que no lo concían suscitaba la pregunta inmediata, "y esto, ¿de qué año es?", y es que si ya era ambarino, esta cosecha se presenta más dorado, con más notas de buena oxidación, y también más complejo, con mejor acidez, y, en conjunto, más friki. Tremendo para mí en boca, no es un vino facil la primera vez, pero aunque hubo caras raras, nadie dijo que no le gustase. Es como la tónica, si no te gusta, es que la has probado poco...

Un poco despistada, apareció una botella de San Clodio 2008 del que, como no tengo nada bueno que decir, pues no digo nada.

Continuamos con Ad Libitum 2008, curiosa elaboración riojana a base del varietal tempranillo blanco. Pajizo verdoso claro, fresca nariz de peras y lichis, creciente mineralidad y potente acidez en boca que, por el momento, no está compensada, porque el vino esta crudo, crudísimo como un limón verde, pero se me hace la boca agua al pensar en esta botella en un año o dos. Ojo, porque el vino está muy bien hecho y la materia prima es más que interesante, sólo hay que darle tiempo. Tengo muchas ganas de probar su tinto (100% ¿maturana tinta?).

Hicimos un alto en el camino, a petición de Rodri, para que la saturación no nos despistase del vestigio de la jornada, un Ramón Bilbao Montellano 1974 (o sea, de antes que naciera un servidor) que pese a sus claras notas de evolución nos demuestra la calidad de los vinos finos que se hacían antes. Claro, entre la teja y la cebolla, con aromas de frutas escarchadas, tomillo y guindas, con las inevitables, pero no molestas notas de oxidación. Tremendo en boca un delicado ataque de increible acidez, pulidos taninos y larguísimo postgusto en el que la fruta (arándanos) prevalecía sobre el resto. Ojalá hicieran hoy cosas parecidas.

Seguimos con otro blanco al que tenía ganas de hace tiempo, el GBG de Guímaro 2008 que Pedro M. Rodriguez hace en Ribeira Sacra, un coupage de godello (80%) con treixadura y doña blanca, con cuatro meses en barrica y embotellado como vino de mesa. Para el que no lo sepa, las fincas y la bodega de Pedro son los que traen al mundo el mítico Pecado de Raúl Pérez. Otro vino bien hecho con una fantástica expresión de la godello viva, sin madurez en exceso, con punto justo de madera y buena grasa. No sé si mejorará, pero está muy bueno ya.

La ligera decepción de la jornada llegó, para nuestra sorpresa, en Borgoña, con un Domaine Jayer Gilles Hautes Cotes de Beaune Blanc 2005. La buena fruta que se atisbaba al fondo nos la tapaba una vainilla algo excesiva unida a alguna nota sulfídrica. No quiero, sin embargo, ser demasiado duro porque temo que la descompensación tenía que ver con la falta de aireación y, sobre todo, porque el vino posiblemente está muy joven. Faltaba quizás la opulencia que el tiempo da a estos vinos, no obstante, mejoró mucho con la compañía de unos callos con garbanzos ante los que no desfalleció.

Y pasamos momentáneamente a los tintos para volver al Patio Ensamblaje 2008, coupage de syrah (50%), tempranillo (25%), petit verdot (12%) y graciano (12%). Fruta en nariz y más fruta en boca. Sin demasiadas complicaciones. Ligeras notas de sidra, buena acidez, fino tacto... de esos de seguir bebiendo sin enterarte.

Volvemos con Guímaro, ahora en retrospectiva, para conocer lo que hacían hace más de diez años. Un mencía casi salvaje que nos enseña definitivamente que el paso del tiempo no es un obstáculo para esta variedad. El vino estaba lógicamente evolucionado, pero muy solvente para no haber conocido la madera. Un vino el de Carmen de carácter mucho más rústico que el que Pedro hace ahora, pero que sigue fresco y capaz de enamorar.

Cata stress

Y del pasado al futuro con la ultimísima (pese a los 80 años de sus cepas) garnacha de Raúl Pérez en Madrid, una de las fincas top de Bernabeleva llamada Garnacha de Viña Bonita 2007. Al igual que en su hermano menor que comentábamos en el blog principal, la edad de las cepas, la refrigeración pre-fermentativa y el raspón vienen a construir un vino de corte atlántico, pero que en este caso se muestra de inicio más cerrado, duro y, sobre todo, más joven. Habrá que esperar aun algun tiempo para que este tinto dé lo mejor de sí. Por ahora, nariz discreta y cuerpo de buena acidez, alcohol y cuadrados taninos que deben ir integrándose.

Como el tiempo acompañaba, hicimos un alto en el camino para dar un paseo por alguna de las fincas de Rodri, en lo mejor del Valle del Salnés, y aprovechamos para aprender de su propia mano como se poda (y como no debe hacerse).

Cata stress

Tras un recorrido por sus cepas centenarias de albariño, espadeiro, caiño, y algunas nuevas de loureiro o caiño blanco, cogimos fuerzas para seguir con vinos algo más dulces con los que acompañar el exquisito Roscón de Pontecaldelas que nos trajo carlos.

El primer candidato fue un Riesling de Nahe, Hermann Dönnhoff, uno de mis productores favoritos y su Niederhausen Hermannshöhle Spätlese 2007, donde Hermannshöhle es la finca situada en Niederhausen. Ligeros dorados, intensa nariz de juventud, varietal y sobre todo, terrible mineralidad expresión de su terruño. Prieto en boca con un paso bien equilibrado de acidez y dulzor, y larguísimo el fósforo que deja en boca. Para guardar (quien pueda) o llorar ya.

Seguimos con un viejo conocido, Dr. Bürklin-Wolf Gerümpel “R” Riesling Auslese 1990 ya comentado en otra ocasión y que esta vez encontré quizás más serio. Dorado intenso con una limpia y bonita nariz de naranjas escarchadas, flores, notas minerales y la gasolina que empieza a salir. En boca es fácil de beber, si bien el dulzor está ya muy contenido (más de lo que recordaba) y la acidez es muy fresca e integrada. Es mas denso y graso que el anterior, pero parece seco a su lado. Deja un largo y profundo final de orejones y naranjas. Me hubiera gustado probarlo con los callos.

Y ponemos la guinda con un dulce de Gaillac, Domaine Rotier Renaissance 2006, monovarietal de Loìn de l’Oeil criado durante nueve meses en barrica. Dorado vivo con notas de elevada maduración botritis en nariz, manzanas asadas, mieles y escarchados. Opulento en boca con dulzor equilibrado con buena acidez y un larguísimo paso.

Fantástico fin de fiesta para una tarde que esperamos repetir.


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